lunes, 14 de enero de 2008

Carta a Javier Dueñas Oquendo, Juventud Rebelde

Ariel-NM [blackhat4all@gmail.com]

Con una mezcla alícuota de sorpresa y decepción recibí en esta mañana (sábado, 5 de enero de 2007), de manos de un amigo, sendos ejemplares de Juventud Rebelde fechados en el día de hoy y de ayer, respectivamente.

La sorpresa tiene razones demasiado obvias para incluirlas aquí. Explico, pues, mi decepción:

Mi artículo ha sido maquillado y mutilado. A pesar de que en su redacción puse en tensión todos mis recursos gramaticales y estilísticos, puedo entender que retoques formales, por ejemplo, un cambio de título o la sustitución de unas líneas (digamos, “el logo del chispeante Gerardo Nordelo” por “un logo sobre los Cinco Héroes”) se avengan mejor al estilo de la publicación o a lo que el editor considere sea más potable para sus lectores. Puedo entender incluso que desaparezca la alusión al serial Degrassy Junior High habida cuenta el ya tradicional espíritu timorato de nuestra prensa, a pesar de los claros aldabonazos del Segundo Secretario del Comité Central de nuestro Partido.

Lo que no puedo entender ni mucho menos admitir son las omisiones, reescrituras y exégesis que solo traen por lógica consecuencia burdas tergiversaciones del contenido, ni mucho menos que tales revisiones, aun las más “inocentes”, se hayan efectuado sin previa consulta con el autor, a quien ni siquiera se le notificó que el artículo estaba listo para su publicación. Ya de paso: tengo e-mail, identidad electrónica propia y nada más justo (¡y honesto!) que esta fuese explícitamente consignada debajo de mi nombre.

Leo la respuesta de un airado lector que, con toda la razón del Universo, entre otras cosas, escribe (cito):

En cuanto al tema informático, no me explico cómo JR presta sus páginas para que una persona, luego de 12 años de aparecida la primera página cubana en Internet y 11 años de creado el nodo cubano en CENIAI, se le pueda ocurrir proponer la creación de una Intranet nacional.

Lo que desconoce ese lector es que no fue a mí, sino a usted, Javier, a quien se le ocurrió tan desinformada propuesta, producto directo de la mutilación y la reescritura de los párrafos originales, los cuales reenvío a continuación:

Desde aquí presiento la sonrisa (si no la carcajada) de muchos lectores, y otros tantos dudarán de mi salud mental cuando afirme: La solución inmediata está en Internet.

Para algunos, Internet es sinónimo de bombardeo contrarrevolucionario, pornografía, incitación al consumo, deshumanización fascista… Pura infección ideológica. (No voy a discutir aquí qué porciento de Internet se dedica a esos temas; no es necesario.) Para otros, abrir el acceso a Internet a todas las escuelas primarias, secundarias, pre-universitarios y tecnológicos del país –aun cuando nos libremos del costoso satélite gracias al cable submarino (fibra óptica, para ser exactos) Cuba-Venezuela– sería poco menos que un desatino económico. Y todos tienen razón, pero resulta que estamos hablando de asuntos bien diferentes…

Todo es cuestión de simple nomenclatura: Cuando se dice: “internet”, la mayoría de las personas piensa en grande, en la red internacional… Cuando se dice “intranet”, todo el mundo imagina la red local de una empresa, de un ministerio, de una universidad… ¿Cómo llamar entonces a una red que sobrepase los estrechos límites de una institución pero que no traspase las fronteras del país?

Si lo prefieren, podríamos llamarla “Intranet Nacional” a los efectos de este artículo. Porque a esa justamente, a la red nacional, es a la que me refiero…

En ningún momento, ni ahí ni en el resto del artículo, propongo la descabellada y desactualizada idea de “crear” la Intranet Nacional –esto es, crear lo ya hace tiempo creado– sino justamente darle provecho. Sin embargo, en la versión publicada usted pone expresamente en boca mía la siguiente tontería:

Desde mi punto de vista, la solución inmediata para muchas de estas faltas bibliográficas, más que en internet, la gran red internacional, está en desarrollar una intranet nacional.

Si no idiota, al menos ha logrado que yo aparezca como repatriado desde Marte ante una buena parte de los lectores. ¡Y justamente ante los lectores más estrechamente relacionados con la red nacional y cuyos aportes a esta idea serían invaluables!

Es bueno el debate. Puedo demostrar y con creces todo cuanto he escrito en ese artículo y promover todo tipo de discusión. Pero el debate sobre la base de lo que yo dije, no sobre lo que otros tergiversan.

Al final, el artículo queda trunco, se ignora la sugerencia en cuanto a la actualización del pool educativo (ya un lector se pregunta por quién pondrá el cascabel al gato) y se desvanecen toda su fuerza y convicción.

No insulte mi escasa inteligencia argumentando razones de espacio porque la ilustración que acompaña el artículo se extiende por un tercio de la plana. Si quería salvaguardar su buró eludiendo toda alusión directa al acceso a Internet o el serial norteamericano, unas pocas líneas a esta, mi dirección de correo electrónico, habrían bastado para atemperar el lenguaje en aras de la propuesta y habríamos encontrado sin dudas el punto de armónico equilibrio.

Mi prestigio como profesional se ha visto seriamente lacerado con esas burdas e inconsultas enmiendas: Fui profesor de la especialidad de Telecomunicaciones de la CUJAE y muchos de los que han leído el artículo y que trabajan directamente relacionados con el tema, de seguro fueron alumnos míos que hoy se estarán lamentando de mi avanzada y prematura chochez.

Exijo entonces que estas tergiversaciones sean enmendadas cuanto antes y solicito las direcciones de correo electrónico de los compañeros Luis R. Capó y Víctor Ángel Fernández para responderles a título personal.

Ariel Núñez Morera.



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