lunes, 3 de diciembre de 2007

Internet ¿Qué estamos esperando?

Ariel-NM [blackhat4all@gmail.com]

¿Conoces el poemario Ismaelillo, de José Martí? ¡Claro que lo conoces! ¿Y has probado descargarlo íntegro de alguna página web cubana? ¿No? Pues… ¡ni lo intentes! No lo vas a encontrar. Bueno, para ser francos, yo lo descargué del Joven Club de Pinar del Río: era una versión proveniente del sitio Librosdot.com…

Y sí…, es una solución. Un poco vergonzosa pero, al fin y al cabo, una solución: esperar a que otros compilen la obra literaria de Nuestro Martí para que luego, los que tienen acceso a Internet, puedan traerla de vuelta a casa.

Hoy en día, la búsqueda de la información es un acuciante problema global: tal es el maremagno de conocimientos y tal es su dispersión. Sin embargo, para un estudiante promedio en Cuba el problema no es acuciante: es crítico. Tan crítico, que a veces ni siquiera vale la pena planteárselo.

¿Cuánto necesitan nuestros jóvenes del libre acceso a la información? ¿Hay alguna salida a la vista?

Degrassi Junior High

Desde hace algunos años, nuestro sistema educacional es objeto de un vuelco conceptual, particularmente en la enseñanza media. La esencia de estas nuevas ideas podrían resumirse en: un docente menos presencial, una activa participación de los estudiantes y un acentuado rol de la tecnología de punta en los medios de enseñanza.

En otras palabras, los nuevos métodos presuponen que el profesor, en lugar de pararse ante el aula cual libro parlante, asuma el papel de guía, orientador, como lo haría el jefe de un equipo de investigación en un centro científico. Por su parte, los estudiantes estarán obligados a un aprendizaje más activo, lo cual conduce, entre otras cosas, a asentar hábitos y habilidades en la búsqueda bibliográfica y en la elaboración de conclusiones propias sobre la base de lo investigado.

Los que hayan visto la serie televisiva Degrassi Junior High recordarán que allí los estudiantes pasaban buena parte del tiempo ocupados en sus trabajos investigativos. Pero resulta que los inquietos chicos de Degrassi contaban, en primer lugar, con una bien equipada BIBLIOTECA (las mayúsculas no son gratis) y en segundo lugar, con Internet.

Hace unos días, a mi sobrino y sus compañeritos de aula les encargaron investigar sobre la vida de Carlos Baliño. En el texto oficial de Historia de Cuba apenas se menciona su presencia en la fundación del primer Partido Comunista de Cuba… y nada más. La Biblioteca escolar tampoco aportó datos adicionales. Más tarde sucedió lo mismo con Manuel Sanguilí. Finalmente, luego de un rastreo de 100 entradas en Google tras las huellas de Sanguilí, apareció una página web cubana de donde extrajimos… UN párrafo.

¡¿Internet?! ¡Siá, caráj!

Desde aquí presiento la sonrisa (si no la carcajada) de muchos lectores, y otros tantos dudarán de mi salud mental cuando afirme: La solución inmediata está en Internet.

Para algunos, Internet es sinónimo de bombardeo contrarrevolucionario, pornografía, incitación al consumo, deshumanización fascista… Pura infección ideológica. (No voy a discutir aquí qué porciento de Internet se dedica a esos temas; verán que no hace falta.) Para otros, abrir el acceso a Internet a todas las escuelas primarias, secundarias, pre-universitarios y tecnológicos del país –aun cuando nos libremos del costoso satélite gracias al cable submarino (fibra óptica, para ser exactos) Cuba-Venezuela– sería poco menos que un desatino económico. Y todos tienen razón, pero resulta que estamos hablando de asuntos bien diferentes…

Todo es cuestión de simple nomenclatura: Cuando se dice: “internet”, la mayoría de las personas piensa en grande, en “WAN”, en la red internacional… Cuando se dice “intranet”, todo el mundo imagina la red local de una empresa, de un ministerio, de una universidad… ¿Cómo llamar entonces a una red que sobrepase los estrechos límites de una institución pero que no traspase las fronteras del país?

Si lo prefieren, podríamos llamarla “Intranet Nacional” a los efectos de este artículo. Porque a esa justamente, a la red nacional, es a la que me refiero…

¡Vaya, coge tu web aquí!

Ahora bien, la primera pregunta que se impone es: ¿cuántos sitios web cubanos permanecen realmente activos luego de dos meses de “salir al aire”? Y la segunda: ¿cuáles muestran un contenido realmente útil? (Y no quiero entrar aquí, por favor, en materia de diseño.)

La informatización de la sociedad cubana, como toda obra humana, ha tenido aciertos y errores. Y como buenos cubanos, no podemos sustraernos al sambenito de quedarnos cortos o excedernos. Con la proliferación de computadoras, Joven Clubes y redes internas llegó la moda de los sitios web. Y digo “moda” y no “lógica consecuencia” porque a todas las instituciones les ha entrado la tarantela de tener su propio sitio web. De hecho, sé de lugares donde el sitio web se prioriza sobre la calidad de la producción: el caso es anunciarse. Al paso que vamos, hasta los baños de la Terminal de Ómnibus colocarán el menú del día en la Red de Redes…

Nuestro país no puede darse el lujo de mantener activos miles de servidores para colgar páginas cuyo contenido –en calidad y cantidad– bien pudieran reservarse al mural del lobby de la empresa. Encontrar información trascendente sobre un asunto netamente cubano es toda una odisea. Muchos sitios se conforman con un exiguo y zonzo texto central escoltado por amplios marcos donde no han de faltar enlaces a las páginas de Cubaweb y Granma, y el logo del chispeante Gerardo Nordelo. Y ya: cumplimos con la Batalla de Ideas.

También se dan casos diametralmente opuestos, en que la información aparece en abundosos, permanentes, asépticos y pulcramente diseñados sitios web pero… enclaustrada en un inaccesible punto-com, como sucede en las páginas consagradas a la vida y obra de muchos artistas del patio.

Pero volviendo a los medios de enseñanza: ¿Dónde nuestros muchachos podrían encontrar la información que les permita andar el conocimiento por sus propios pies y arribar a conclusiones propias? ¿En los sitios web cubanos? ¡Vamos, no me hagan reír!

Y sin embargo…

La Enciclopedia Infinita

Génesis Multimedia, un departamento de Prensa Latina, está a punto de sacar a la luz La Gran Enciclopedia Cubana (al menos, ese era el nombre extraoficial), un titánico proyecto en el que han trabajado arduamente numerosos especialistas a lo largo de varios años. Me encuentro entre los afortunados que han logrado verle el rostro a esa suerte de “Encarta criolla”: El diseño general, aunque hace algunos guiños a su homóloga de Microsoft, es sin embargo mucho más elegante, funcional y –por supuesto– autóctono que el de su homóloga transnacional.

Sin embargo, cada vez que pregunto por el estado de nuestra Enciclopedia, la respuesta es invariante: está sujeta a revisión. Imagino que tales revisiones nada tengan que ver con la altura del Pico Real del Turquino, que milímetro más o menos ha de andar por los 1974 metros (corríjanme, geógrafos) desde la última vez que se midió… Tampoco creo que en estos años de revisión haya cambiado drásticamente la clasificación de nuestros aborígenes o el inventario de especies de la avifauna endémica. Ahora bien, si los revisores se están dedicando a la perenne actualización de los datos, corremos el riesgo de no verla nunca porque tal cuento-de-la-buena-pipa la convertiría en la enciclopedia infinita.

Toda enciclopedia envejece, como envejece la foto que capta un instante. Por dialécticas razones es irracional dilatar la salida de una edición aguardando a que el Carpintero Real aparezca de un momento a otro en la Sierra Cristal o en espera del íntegro regreso de un equipo deportivo. Lo que caduque al día siguiente del “lanzamiento” tendrá que ser corregido en la edición del año próximo: ese es el riesgo de toda enciclopedia.

Y el hecho es que la Enciclopedia Cubana… es ya un hecho. Con o sin acuciosos escrutinios, ya está ahí, gracias a la labor de años del equipo multidisciplinario centrado en Génesis Multimedia. Y se trata de un hecho sin precedentes: nunca antes se había estructurado una panorámica de Cuba en todas las esferas de la vida –la historia, la geografía, las artes, la literatura…, la cultura toda de nuestro país– de forma tan exhaustiva, detallista y generosa en imágenes, audio, video… ¿Qué mejor regalo pudieran tener nuestros estudiantes y los cubanos en general?

Wikriolla: una solución

En resumen: si tan costosa nos resulta la conexión internacional, si tantos dolores de cabeza y suspicacias provoca y si tan conscientes estamos del enorme poder de esta herramienta, del inconmensurable apoyo que brindaría a las nuevas concepciones en la enseñanza, no solo al suplir las carencias bibliográficas y aliviar el proceso editorial sino por el elemento cualitativamente nuevo que aporta la multimedia, pregunto: ¿por qué no erigir, sobre la base de nuestra Intranet Nacional, un pool informativo-educacional autóctono?

Y lo más interesante del asunto es que no partiríamos desde cero. De hecho, Cuba es el único país del III Mundo que hoy por hoy dispone de las mejores condiciones para el salto:

Por una parte ya hay miles de computadoras distribuidas e instaladas en Joven Clubes y centros de educación por todo el país, sitios montañosos e inaccesibles inclusive. Por la otra, independientemente de que la Enciclopedia Cubana se empaque en un DVD con vistas a su introducción en el mercado interno y –fundamentalmente– a su venta en el exterior, lo cierto es que ese grandioso trabajo de compilación, diseño y revisión ya está prácticamente concluido y sería una magnífica plataforma de despegue. Tan solo acceder a información fresca y profesionalmente compilada, clasificada, estructurada, redactada, ilustrada y diseñada acerca de cuanto tenga que ver con nuestro país, sería un enorme impulso y un inestimable estímulo a la investigación (individual o en equipos) para nuestros estudiantes.

¿Qué faltaría por hacer?

En primer lugar, establecer una red de servidores, distribuidos según el peso específico de cada provincia y convenientemente encadenados en una red nacional. Si se le compara con la colosal infraestructura de terminales (computadoras) ya asentada por todo el Archipiélago, que en numerosos casos garantiza hasta el “detalle” de la autonomía energética, el establecimiento de una red de servidores para una Intranet Nacional Educativa parecerá un juego de muchachos.

En segundo lugar, el pool informativo puede comenzar desde la Enciclopedia Cubana pero esta sería solo el punto de partida: los temas que hoy se circunscriben a Cuba podrían ampliarse, poco a poco, primero a los países del ALBA, más tarde al resto de América Latina y el Caribe, hasta finalmente abarcar todo lo concerniente a la cultura universal. Contamos con especialistas muy serios, competentes, creativos (profesionales, en fin) en todas las esferas, capaces de ampliar y profundizar el contenido original de la Enciclopedia y enriquecer nuestra Intranet Educativa. Como también contamos con excelentes artistas, diseñadores y programadores (jóvenes talentosos en su inmensa mayoría) para crear las ilustraciones, animaciones e interactividades que demanden los diferentes temas y para dotar a la Intranet de una faz de altísimo nivel estético, didáctico y funcional.

Y el tercer y último aspecto: Una vez instaurada la Intranet Educativa, deberán establecerse los diferentes niveles de actualización: Por ejemplo, no creo que desde la capital –centralizadamente, como solemos hacer tantas cosas para bien de la burocracia– haya que actualizar lo acaecido en la última romería de Holguín. Compete a los holguineros –y a nadie mejor que a ellos– poner al día ese pedacito de la Cultura Nacional. Eso sí: guiándose siempre por la plantilla general de la Intranet y depositando la responsabilidad en especialistas locales: no se trata de la simple paginilla de un centro laboral como para dejar el asunto de las actualizaciones en manos del primer webmaster que aparezca.

El problema está claramente planteado, la necesidad es ineludible, las bases están sentadas, la infraestructura ya ha sido establecida, la solución está a la vista… Cabe formularse entonces la pregunta del inicio:

¿Qué estamos esperando?



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