lunes, 1 de octubre de 2007

Hala la cadena

Ariel-NM [blackhat4all@gmail.com]

Casi puede decirse que estoy entre los fundadores de Internet en Cuba puesto que entré en ese servicio desde sus inicios en nuestro país. Desde entonces hasta la fecha he visto de todo… Recuerdo que una de las primeras cosas que hice fue crearme un buzón en Yahoo y, ya de paso, cometer la estupidez de anotarme en las llamadas "páginas blancas", que es como anotarse en la guía telefónica o peor aún: pasear desnudo a plena luz.

Se imaginarán que durante este tiempo he recibido los mensajes más inimaginables que puedan imaginar: desde incitaciones pornográficas sin tapujos hasta tonterías comerciales al estilo de "¡Usted también puede ganar un millón!", pasando, no faltaba más, por una de las tomaduras de pelo más frecuentes, vulgares, tontas, comunes y de mal gusto que se implementan a través de los servicios de correo electrónico desde sus albores: las cadenas de mensajes, importante ingrediente de lo que en inglés recibe el significativo nombre de spam.

Tomando y renovando la tradición de las llamadas “novenas” católicas y apoyándose en la base estadística de la teoría del rumor (la cual predice un crecimiento exponencial de los participantes), se lanzan al ciberespacio las cadenas de mensajes con disímiles objetivos que van desde la diversión, la superstición o la satisfacción del ego hasta la premeditada congestión de los servicios de correo electrónico de determinada entidad.

Para lograr sus propósitos, los autores de tales cadenas tiran de las más disímiles cuerdas del comportamiento humano: desde el consumismo incauto o desenfrenado (“Participe y gánese una laptop P-5”) hasta la más meliflua sensiblería, digna de las novelucas de Univisión (“Ayude a mi hijita, que tiene cáncer”).

Y como siempre –el puntillazo– viene detrás la apelación: "Sé buenito, sé humano, ayuda al prójimo y no olvides enviar este mensaje a todos los que tengas anotados en la libretita de direcciones". Esa reclamación final nunca falla: es la clave para generar una nueva cadena de mensajes a fin de tupir servidores de correos, pagarle promesas a San-X o, simplemente, burlarse de la inocencia ajena.

Con respecto a la ayuda a niños con enfermedades incurables –sin dudas, la modalidad más aberrada y repugnante– se alega que los servicios de correo pagarán no-sé-cuántos centavos de dólar por cada mensaje que se ponga a circular... Y vale la pena preguntarse:

¿Acaso AOL, Yahoo, GMail y otros monopolios del correo mundial, las primeras víctimas y los más feroces adversarios del spam (compañías que en su mayoría tienen sede en Estados Unidos, país donde a raíz de los atentados del 11/9 cualquier epidemia local de salpullido común se considera un ataque terrorista), van a alentar, pagar, premiar, sustentar y aprobar este estúpido método de “ayudar” centavo a centavo a supuestos necesitados de asistencia urgente? Eso, sin contar que ninguna de esas corporaciones tiene control alguno sobre el tráfico de la mensajería local de otro país.

Muchos de estos “bromistas” están conscientes de que la mayoría de las personas ya no se traga el sádico anzuelo de la niña con cáncer o el bebé con elefantiasis y, al no poder apelar al sentimentalismo, recurren a otra reacción aún más arraigada en el paleoencéfalo: el miedo. Y es ahí cuando aparecen los finales tremebundos presagiando la mala suerte que caerá sobre el que borre el e-mail sin darle continuidad, o para los más intelectuales: mensajes que anuncian la salida al aire del nuevo "supervirus", el que desmanteló el centro de cálculos de la NASA, pulverizó las comunicaciones de la CIA y puso a los edecanes de la Casa Blanca a criar palomas mensajeras...

Días atrás Infomed (ese pobre servidor que se atraganta con solo una miga de pan) estuvo demorando hasta 24 horas en gestionar mensajes, particularmente los que provenían de otros servidores. No duden ustedes que en esos momentos Infomed estuviese bajo el embate de esa cadena que se propagó por ahí generando atolladeros, "alertando" sobre la circulación de un siniestro e-mail bajo el subject "Invitación", donde se alojaba un virus que (vean qué idiotez) "cual antorcha olímpica" quemaría todo el contenido del disco C (¡?). A continuación, claro está, la ineludible invitación a avisar a cuanto destinatario encontrásemos a mano.

¿Qué beben, refresco o cerveza? ¿Jugo de piña en cajitas caras? Pues apuesten conmigo lo que quieran a que jamás recibirán ninguna "armagedónica" antorcha ni "Invitación" alguna.

Bueno sí, la mía: mi invitación a inscribirse entre los que nos dedicamos a detener, sofocar y destruir las cadenas de mensajes.



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