lunes, 24 de septiembre de 2007

De foros y forajidos

Ariel-NM [blackhat4all@gmail.com]

––¡Son unos piratas! –afirmaba furibundamente en la televisión un puritano defensor del software de alto costo. Y, por supuesto, se estaba refiriendo a los hackers…

Muy tarde ya, como a los veinte y tantos años, logré entender la diferencia semántica entre piratas, bucaneros y filibusteros. No incluyo aquí a los corsarios pues me refiero sólo a cuentapropistas.

La piratería es asunto viejo, muy anterior a la “dorada” época caribeña, caricaturizada en las películas de Hollywood, como también es práctica que aún no cesa. En los tiempos que corren, la nueva Mar Oceana son los vericuetos de Internet, los galeones ceden a las computadoras y las baterías de bombardas y culebrinas se truecan en ingeniosos softwares.

Decir piratas –si se les sufre– es decir horror y terror, robo y saqueo, violencia y violación… Mas ¿son siempre malos todos los piratas o debería hacerse una revisión a fondo del término?

No todos los piratas que rondaron nuestras costas vinieron con la expresa intención de chamuscar a San Cristóbal de La Habana o Puerto Príncipe. Muchos desembarcaron con el afán de proveerse de agua fresca, miel, bacalaos, tasajo, frutas en almíbar, vegetales en salmuera, aguardiente, música, mujeres de ocasión y cuanta cosa ofertase el contrabando local. Que lo diga, si no, Doña María la Gorda. Y lo cierto es que tal mercado negro resultaba un vivificante respiro a los productores criollos –devenidos merolicos–, cianóticos ya bajo la bota del monopolio comercial de España.

(¿Monopolio dije? Hmm… ¿Qué es, si no, la Microsoft, por solo citar?)

Y existe un tropel de piratas por ahí –bucaneros, más bien– que se dedican por puro ju-EGO a destripar costosos programas, hacer trizas los cerrojos, desentrañar combinaciones y luego, con idéntico desenfado, colgar la llave en Internet, a la vista de todos.

Eso es ilegal, claro está, porque está fuera de la Ley… pero resulta que la “ley” está muy mal concebida. A fin de cuentas, ¿quién es el verdadero ilegal? ¿Robin Hood o el amo de Sherwood? ¿El equipo de hackers (quizás debamos llamarles crackers) que nos pone en la mano la CD key del Office, el mismo que emplea aquel puritano para redactar sus diatribas y por el cual –apuesto– no pagó ni un centavo, o el magnate de la Microsoft, en cuya billetera hay diez veces lo necesario para barrer con el hambre y el SIDA en África?

¡Vamos, que –entre nos– el Photoshop, el Premiere o el AfterEffects, con que se arman los spots y las presentaciones de nuestra televisión de seguro no han reportado ni un hollejo a las arcas de Adobe!

Los crackers –esos bucaneros modernos– han instaurado un gran foro en la Red de Redes gracias al cual los pobres de la tierra tenemos acceso a lo inimaginable.

(Por cierto, ¿alguien tiene por ahí el generador de claves para el 3D Studio 2008? Está a punto de salir…)



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