lunes, 16 de abril de 2007

Los sordos del siglo XXI

Juventud Rebelde

Especialistas alertan sobre la utilización excesiva de los equipos reproductores de música, que junto con la contaminación acústica creciente, pueden provocar sordera

Muy pocos podían imaginar que cuando en noviembre de 2001 apareció en el mercado el reproductor de música digital iPod, creado por la empresa Apple Computer, este se convertiría en uno de los productos más exitosos en la historia de la Informática, al punto de que en apenas seis años se han vendido más de cien millones de estos equipos en el mundo.

Del primer modelo y sus subsiguientes diez variantes creadas al poco tiempo, han surgido, aupados por el éxito, más de 4 000 accesorios específicos para los iPod, que van desde fundas con distintos motivos hasta varios tipos de altavoces.

También sus prestaciones han variado, pues en el inicio apenas reproducían música y hoy son capaces de hacer lo mismo con fotografías, videos e incluso se experimentan con nuevos modelos capaces de retratar, gracias a la inclusión de una cámara fotográfica, de grabar videos y hasta de conectarse a Internet sin necesidad de una computadora, por vía inalámbrica, para descargar canciones de iTunes, un sitio web de música digital pagada, con un catálogo de más de cinco millones de anciones, 350 programas y series de TV, y más de 400 películas.

Sin embargo, tanto el iPod como el resto de los reproductores digitales de música, de los cuales existe una infinita variedad en el mercado, han comenzado a preocupar a los médicos, no tanto por la tecnología en sí, sino por el mal uso que se hace de esta, especialmente por un efecto muy negativo: la sordera.

DECIBELES PERMISIBLES

El oído humano, después de todo, es bastante agradecido. Esa es la única forma de explicarse que pueda resistir la batahola de ruidos que cada día lo acosan, incluso si la persona está dormida, problema del cual Cuba no está exenta, y que cada vez se agudiza más ante la inconciencia de quienes no paran mientes en lastimar la tranquilidad ajena.

Estudios científicos han demostrado que nuestra capacidad auditiva, cuando soporta sonidos por encima de los 80 decibeles, comienza a confrontar problemas, y que esto repercute además en el estado de ánimo de la persona, provocando irritabilidad, agresividad, fuertes dolores de cabeza, insomnio y trastornos nerviosos.

Lo más curioso es que ahora, al ruido medioambiental creciente también se suman los altos volúmenes de canciones que algunos escuchan con reproductores digitales de música como los iPod, persiguiendo muchas veces irónicamente aislarse de los molestos sonidos circundantes.

Estudios realizados en varias partes del mundo apuntan a que la utilización de reproductores como el iPod puede traer graves consecuencias para el normal funcionamiento del oído, como asegura la doctora Sofía Caponetto, médica española especialista en Audiología.

La experta afirma que «si una persona está expuesta a un sonido constante durante mucho tiempo se genera una lesión irreversible en el oído interno, que no es recuperable. Hay pequeñas pérdidas de audición progresivas que quizá los primeros años no son muy notorias, pero entre los 40 y los 50 años ya se ven las consecuencias de años de mal uso de los diversos reproductores de audio».

Un estudio realizado por esta especialista indicó que «mucha gente joven que tiene problemas auditivos no son producto de un trabajo que implique ruido, sino que se debe al uso excesivo de los nuevos reproductores de música. De hecho ya se comienza a hablar de una Generación de ruido».

También en el Reino Unido una investigación llevada a cabo por Deafness Research UK, organización especializada en la sordera, encontró que más de la mitad de los jóvenes británicos de entre 16 y 24 años usan su reproductor MP3 más de una hora al día, y que el 20 por ciento lo utilizan más de tres horas diarias.

De ellos, curiosamente más de un tercio se queja de zumbidos en el oído después de escuchar música a alto volumen —señal de una degradación en la audición—. Entre los afectados por este mal el 82 por ciento va a discotecas donde se escucha música a alto volumen, y el ciento por ciento tiene reproductores digitales de música.

Las conclusiones de este estudio de Deafness Research UK llevaron a una seria advertencia de la organización contra el volumen excesivo de la música en bares y discotecas, pero también sobre el uso excesivo de reproductores de música, máxime en un país como Gran Bretaña, donde la sordera afecta a una de cada siete personas.

LÍMITES ENGAÑOSOS

Algunos fabricantes de reproductores digitales, ante las protestas de los consumidores, han comenzado a tomar pálidas medidas con sus productos, limitando la cantidad de decibeles que son capaces de emitir, aunque aún siguen haciéndose los sordos ante el reclamo de los médicos para que adviertan en los manuales de los equipos sobre las consecuencias de su uso excesivo.

Tampoco estas medidas han sido caritativas, sino producto de decisiones judiciales. Así sucedió con Apple Computer, quien se vio obligada a limitar la cantidad de decibeles de los iPod luego de que fuera llevada a los tribunales en un juzgado de San José, en el estado de California, Estados Unidos, cuando un ciudadano acusó a la compañía de fabricar un aparato que puede causar pérdidas auditivas.

En este contexto Apple se vio obligada a actualizar el software de sus reproductores para limitar el volumen máximo al que se puede escuchar música a 70 decibeles, para impedir así posibles lesiones.

No obstante, los especialistas creen que esto no es suficiente, pues «en el caso de los iPod, por ejemplo, el deterioro del oído es imperceptible, ya que no hay un zumbido, sino que se da en pequeñas caídas de la audición del paciente. Por eso se recomienda no usar el reproductor a un alto volumen, en el caso de que permita altos decibeles», explica la doctora Sofía Caponetto.

LA GENERACIÓN DEL RUIDO

Lo que algunos científicos han dado en llamar la Generación del Ruido pudiera ser una realidad dentro de muy poco, e incluso afectar directamente a nuestros hijos y nietos, quienes tendrían una capacidad de audición mucho menor que la nuestra.

El alto nivel de decibeles, la contaminación sonora cada vez más frecuente, junto a enfermedades propias del oído en aumento y el excesivo uso de aparatos electrónicos de música, son los ingredientes de un coctel mortal para generar sordos o disminuir la capacidad auditiva, que por demás se hereda de padres a hijos.

En el caso de nuestro país, con un número estimado en más de 20 000 personas que padecen sordera, según la Asociación Nacional de Sordos de Cuba (ANSOC), si bien existen leyes como la 81 del Medio Ambiente, y el Decreto Ley No. 200, aprobado en diciembre de 1999, que sancionan a quienes emiten excesivo ruido, todavía estas son de muy débil cumplimiento, o en muchas ocasiones francamente ignoradas.

Súmele a esto que es práctica cada vez más frecuente la competencia de «sonidos» entre las personas, a ver quién sube más el volumen; y la costumbre entre muchos jóvenes de aislarse del ruidoso mundo con un reproductor de música digital, y será fácil entender porqué muchos claman por un mundo donde disfrutar del silencio sea un derecho y no un sueño inalcanzable.



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